TENER MUCHAS INFULAS

 

Se dice de aquellos que muestran un orgullo y una vanidad desmesuradas. La ínfula era una cinta de lana a modo de diadema. De ella pendían dos bandas, una por cada lado, llamadas vittae. La ínfula solía ser ancha, de color púrpura o blanco y retorcida a manera de guirnalda. Con ella, se cubría toda la parte de la cabeza en la que hay cabellos hasta las sienes, atándose únicamente por detrás con las vittae. La ínfula era una insignia sagrada, un símbolo religioso que indicaba que la persona, monumento o animal que la ostentaba estaba consagrado a la divinidad. Con ella, por ejemplo, se adornaban los sacerdotes de Ceres, Diana y Apolo en el ritual del sacrificio. Los sacerdotes paganos, así como los reyes, también se la ponían como símbolo de su dignidad. El folclorista Joaquín Bastús añade que "con las ínfulas se adornaban los altares y los templos, y particularmente las víctimas que conducían al sacrificio; y se graduaba la importancia de ellas por el número y riqueza de las ínfulas que llevaban. De donde se formó el proverbio primitivo de víctima de muchas ínfulas, que luego se aplicó a los hombres".